La Enéada de Heliópolis: la familia divina del Antiguo Egipto
La Enéada de Heliópolis explica cómo Atum creó a Shu, Tefnut, Geb, Nut y a los dioses Osiris, Isis, Seth y Neftis, base del orden cósmico egipcio.
MITOLOGÍA, LEYENDAS Y RELIGIONES
9/19/20253 min read


La Enéada de Heliópolis: la familia divina del Antiguo Egipto
Antes en la historia
La narración cosmogónica había avanzado desde la Ogdóada de Hermópolis, donde ocho deidades primordiales encarnaron el caos y dieron origen al huevo o al loto del que emergió el Sol — ogdoada-hermopolis.
Introducción: Heliópolis, la ciudad del Sol
Heliópolis, llamada en egipcio Iunu (“la ciudad del pilar”), fue uno de los principales centros religiosos del Antiguo Egipto. Allí se desarrolló un sistema teológico que no solo explicaba el origen del cosmos, sino también la estructura de la sociedad y el poder faraónico.
Este sistema se conoció como la Enéada de Heliópolis, un conjunto de nueve dioses que representaban las etapas sucesivas de la creación. Más que una simple genealogía divina, era una auténtica cosmogonía que reflejaba la visión egipcia del orden universal: del caos al equilibrio, de lo informe a la familia, de la soledad del creador a la complejidad de la vida.
Atum, el dios que se engendra a sí mismo
Todo comienza con Atum, el dios creador, que surge de las aguas del Nun sobre el montículo Benben. Su nombre significa “el completo” o “el acabado”, porque encarnaba en sí mismo todas las posibilidades del ser.
Atum era un dios autogenerado, sin padre ni madre. Él mismo se dio origen y, mediante un acto solitario, dio inicio a la primera generación de dioses.
El primer acto de creación: Shu y Tefnut
De Atum nacieron los primeros gemelos divinos:
Shu, el dios del aire, el espacio vacío que separa y da forma.
Tefnut, la diosa de la humedad y el equilibrio, ligada al ciclo vital.
Con Shu y Tefnut apareció por primera vez la dualidad cósmica: lo seco y lo húmedo, el espacio y la sustancia. Esta primera pareja abrió la puerta a la diferenciación del mundo.
Nacimiento de la tierra y el cielo: Geb y Nut
Shu y Tefnut engendraron a su vez otra pareja: Geb y Nut.
Geb era la Tierra, representada como un hombre tumbado boca arriba.
Nut era el Cielo, una diosa arqueada sobre él, su cuerpo tachonado de estrellas.
Al inicio, Geb y Nut estaban unidos en un abrazo inseparable. Sin embargo, Atum ordenó a Shu que los separara: Shu alzó a Nut hacia lo alto, convirtiéndola en la bóveda celeste, mientras Geb permanecía abajo como la tierra fértil.
Esta separación fundó la estructura del cosmos: cielo arriba, tierra abajo y el aire en medio.
Los cuatro hijos de Geb y Nut: la gran familia divina
De la unión de Geb y Nut nacieron los dioses que dominarían la mitología egipcia durante milenios:
Osiris, dios de la fertilidad, de la vida después de la muerte y del orden civilizador.
Isis, diosa de la magia, de la maternidad y protectora de los faraones.
Seth, dios de la fuerza bruta, el desierto, el caos y la violencia.
Neftis, diosa protectora de los muertos, asociada al misterio y la oscuridad.
Este cuarteto es el núcleo del llamado Ciclo Osiríaco, una saga divina de amor, traición, muerte y resurrección que marcaría profundamente la religión egipcia.
La Enéada completa: los nueve dioses de Heliópolis
Con estos nacimientos, quedó conformada la Enéada (del griego ennea, “nueve”), compuesta por:
Atum (el creador).
Shu (aire) y Tefnut (humedad).
Geb (tierra) y Nut (cielo).
Osiris, Isis, Seth y Neftis.
El número nueve era símbolo de plenitud y totalidad. La Enéada era, en realidad, una forma de ordenar el mundo divino y mostrar cómo el cosmos surgió de lo uno hacia lo múltiple.
Influencia y legado de la Enéada
La Enéada de Heliópolis no fue solo un mito: se convirtió en la base de la religión estatal. El faraón, considerado “hijo de Ra” y heredero de Osiris, se legitimaba como garante del orden cósmico.
Durante siglos se mantuvo como el relato oficial del origen del mundo. Incluso cuando otras ciudades propusieron cosmogonías diferentes, la Enéada conservó su prestigio y sirvió como marco de referencia.
Su legado se extendió a la iconografía, los rituales funerarios y la política, pues ofrecía un modelo de familia divina que reflejaba tanto las tensiones como la unidad necesaria para mantener el orden en Egipto.
A continuación
El relato prosigue con La separación del cielo y la tierra, donde Shu mantiene a Geb y Nut apartados para sostener el orden del cosmos — separacion-cielo-tierra.
Para aquellos interesados en profundizar en este tema, pueden consultar nuestro chat de Inteligencia Artificial entrenado, además de algunas otras recomendaciones de lectura y recursos adicionales:
Libro: La mitología egipcia de George Hart (Alianza Editorial).
Libro: Mitos de Egipto de Geraldine Pinch. Disponible en Amazon España.
Artículo web: World History Encyclopedia – Ogdoad of Hermopolis
Artículo web: Ancient Egypt Online – Hermopolis and the Ogdoad
Documental: Egypt’s Golden Empire (PBS, 2001).
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