El Mito de Aquiles: Gloria, Cólera y un Talón de mortal

El mito de Aquiles, el héroe invencible salvo con talón de mortal, eligió la gloria sobre la vida. Descubre su sorprendente destino en la épica Guerra de Troya

MITOLOGÍA, LEYENDAS Y RELIGIONES

5/9/20253 min read

mito de Aquiles
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El Mito de Aquiles: Gloria, Cólera y un Talón de mortal

En el fragor de la batalla, cuando el polvo cubre el cielo y los gritos de los hombres se confunden con el silbido de las lanzas, hay un nombre que resuena con fuerza sobrehumana: Aquiles. El más veloz, el más fuerte, el más temido. Un semidiós nacido para la gloria… y condenado a la tragedia.

Un origen entre dioses y hombres

Aquiles nació del amor —o del acuerdo forzado— entre Tetis, una ninfa marina, y Peleo, un rey mortal. Su destino fue observado desde el inicio con atención divina. Un oráculo advirtió que su hijo sería más poderoso que su padre, y los dioses se alejaron de Tetis, temiendo a su descendencia.

Según la leyenda más extendida, Tetis sumergió a Aquiles en las aguas del río Estigia para hacerlo invulnerable. Lo sostuvo por el talón, el único punto que no tocó el agua… y que, sin saberlo, se convertiría en su perdición.

Pero su destino ya estaba escrito: vivir una vida corta, brillante y heroica, o una vida larga, olvidada por la historia. Aquiles eligió la gloria.

Educación de un semidiós

Desde niño fue entregado al centauro Quirón, maestro de héroes, quien le enseñó medicina, combate, música y sabiduría. Bajo su tutela, Aquiles se convirtió en una figura extraordinaria, no solo por su fuerza, sino por su inteligencia estratégica y su sensibilidad.

Cuando los griegos partieron hacia Troya tras el rapto de Helena, Tetis intentó evitar su destino escondiéndolo en la isla de Esciros, disfrazado de mujer. Allí vivió entre doncellas, hasta que Odiseo, con astucia, lo descubrió ofreciendo regalos y observando quién elegía una espada entre joyas y telas. El héroe no pudo resistirse a la llamada de la guerra.

Aquiles entra en escena

Desde su llegada a Troya, Aquiles fue la joya del ejército aqueo. Su sola presencia en combate desmoralizaba a los troyanos. Pero su temperamento era tan legendario como su habilidad. En el décimo año de guerra, se enfrentó a Agamenón, el líder griego, quien le arrebató a Briseida, su compañera.

Herido en su orgullo, Aquiles se retiró de la lucha. Su ausencia permitió a los troyanos tomar ventaja. Las batallas se intensificaron, y sin su campeón, los griegos comenzaron a caer.

Patroclo: el precio del orgullo

Entonces ocurrió lo inevitable. Patroclo, amigo íntimo —y en muchas versiones, amante— de Aquiles, no soportó ver sufrir al ejército. Le pidió usar su armadura para infundir temor entre los enemigos. Aquiles, aún en cólera, aceptó.

Patroclo combatió con valentía, pero fue asesinado por Héctor, el mayor héroe de Troya. La noticia llegó a Aquiles como un rayo. Gritó, lloró, se revolvió en la arena… y renació en la furia.

Vestido con una nueva armadura forjada por Hefesto, volvió al campo de batalla como una tormenta desatada.

La venganza

El duelo entre Aquiles y Héctor fue inevitable. Ambos sabían que solo uno saldría con vida. Aquiles lo persiguió alrededor de las murallas de Troya hasta alcanzarlo. Lo mató sin piedad, y luego, en un acto de brutalidad, ató su cuerpo a su carro y lo arrastró durante días.

El rey Príamo, padre de Héctor, se arriesgó a entrar al campamento enemigo. Suplicó por el cuerpo de su hijo. Aquiles, conmovido, cedió. Fue uno de los pocos momentos en que el héroe dejó ver su humanidad.

El final de un semidiós

Poco después, Aquiles encontró su destino. Paris, ayudado por el dios Apolo, disparó una flecha que alcanzó su talón: el único lugar no protegido por las aguas del Estigia. Cayó, y con él, se apagó la luz más brillante de toda la guerra.

Murió joven, como había elegido, pero su nombre no se extinguió. Su funeral fue majestuoso. Sus armas fueron disputadas entre los aqueos. Su hijo, Neoptólemo, fue quien tomó su lugar en los últimos días de Troya.

Legado de una leyenda

Aquiles representa el dilema eterno entre vivir mucho tiempo en la sombra o arder intensamente y pasar a la historia. Su figura ha atravesado los siglos: desde la Ilíada hasta el cine moderno, pasando por esculturas, pinturas y poemas.

Era invulnerable, pero no inmortal. Era semidiós, pero profundamente humano. Y su historia, la de la gloria teñida de sangre, aún nos habla sobre el orgullo, la pérdida, la rabia… y el precio de ser eterno.

Para aquellos interesados en profundizar en este tema, pueden consultar nuestro chat de Inteligencia Artificial entrenado, además de algunas otras recomendaciones de lectura y recursos adicionales:

  1. Libro: Los mitos griegos de Robert Graves. Una recopilación detallada de los mitos griegos clásicos.

  2. Libro: Mitología griega de Edith Hamilton.

  3. Libro: Diccionario de mitología griega y romana de Pierre Grimal.

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