El Juicio de Paris: La Manzana de la Discordia. Mitología Griega

Explora el mito del Juicio de Paris, el evento que desató la Guerra de Troya, y descubre las implicaciones mitológicas y culturales de esta elección fatídica.

MITOLOGÍA, LEYENDAS Y RELIGIONES

4/11/20253 min read

mito juicio de paris
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El Juicio de Paris: La Manzana de la Discordia

Bajo los muros de Esparta, donde los ecos del pasado aún resuenan en los salones reales, la historia de Helena ya era leyenda. No era la primera vez que alguien la había robado de su hogar. Años atrás, Teseo, el rey de Atenas, la había secuestrado cuando apenas era una niña, provocando la furia de sus hermanos, los Dioscuros, quienes la rescataron. Pero la belleza de Helena era un don y una condena, y su destino estaba marcado por los caprichos de los dioses y los hombres.

El Juicio de Paris y el destino de Helena

La historia del segundo rapto de Helena comienza en un monte lejano, el Ida, donde el joven Paris, príncipe de Troya, pastoreaba sus rebaños sin conocer aún la carga que el destino había puesto sobre sus hombros. Todo comenzó cuando Eris, diosa de la discordia, arrojó una manzana dorada en la boda de Peleo y Tetis, con la inscripción "para la más bella". Hera, Atenea y Afrodita se disputaron el título, y fue Zeus quien decidió que un mortal imparcial sería el juez: Paris.

Las diosas se presentaron ante él con sus mejores dones. Hera le prometió poder y gloria, Atenea le ofreció sabiduría y victoria en la guerra, pero fue Afrodita quien lo tentó con la pasión irresistible: el amor de la mujer más hermosa del mundo, Helena de Esparta. Cegado por el deseo, Paris entregó la manzana a Afrodita, sellando así el destino de Troya y el suyo propio.

El viaje a Esparta y el rapto de Helena

Guiado por la promesa de la diosa del amor, Paris viajó a Esparta bajo la apariencia de un embajador. Menelao, rey de la ciudad y esposo de Helena, lo recibió con hospitalidad, sin sospechar que el troyano no solo anhelaba su amistad, sino también a su esposa. Mientras Menelao partía a Creta para atender asuntos de Estado, Paris sedujo a Helena con las palabras encantadas de Afrodita. Algunas versiones dicen que Helena lo siguió voluntariamente, enamorada por la intervención divina; otras, que Paris la tomó por la fuerza.

Juntos, Paris y Helena partieron hacia Troya en un barco que surcaba el mar Egeo como un presagio funesto. Dicen que los vientos eran pesados, como si los dioses mismos contuvieran el aliento ante lo que estaba por venir. Algunos relatos aseguran que en su viaje se detuvieron en Egipto, donde Helena fue retenida por el faraón, y que lo que llegó a Troya no fue la auténtica Helena, sino una copia etérea creada por los dioses. Pero lo cierto es que su llegada a la ciudad amurallada marcó el inicio de la guerra más famosa de la historia.

El furor de los aqueos y la venganza de Menelao

Cuando Menelao regresó a Esparta y descubrió que su esposa había desaparecido, su rabia se extendió como el fuego en un bosque seco. No podía permitir tal deshonra. Junto a su hermano, Agamenón, rey de Micenas, convocó a todos los reyes de Grecia, recordándoles el juramento que habían hecho a Tindareo, padre de Helena: cualquiera que osara tomarla por la fuerza enfrentaría la furia de todos los aqueos.

Desde todas las tierras griegas acudieron los héroes: Aquiles, el más veloz y letal; Odiseo, astuto como una sombra; Néstor, el anciano sabio; y Áyax, el gigante indomable. Bajo el mando de Agamenón, la flota más grande jamás reunida partió hacia Troya, donde Helena, la mujer cuya belleza podía lanzar mil naves, esperaba en los salones de Príamo, el anciano rey de la ciudad.

El eco del destino

El rapto de Helena no solo fue el motivo inmediato de la guerra, sino el cumplimiento de una maldición tejida por los propios dioses. Era el destino de Troya arder, y era el destino de Helena ser la chispa de ese incendio.

Así, Helena, la mujer que una vez había sido raptada por Teseo y luego recuperada, se convirtió en la causa de la guerra más sangrienta de su tiempo. Su historia no era solo la de un secuestro, sino la de un destino sellado por dioses y hombres, un hilo tejido por las Moiras que ni siquiera la propia Helena podía romper. Y así, la historia del segundo rapto de Helena quedó escrita en el bronce de las espadas y en las cenizas de Troya.

Para aquellos interesados en profundizar en este tema, pueden consultar nuestro chat de Inteligencia Artificial entrenado, además de algunas otras recomendaciones de lectura y recursos adicionales:

  1. Libro: Los mitos griegos de Robert Graves. Una recopilación detallada de los mitos griegos clásicos.

  2. Libro: Mitología griega de Edith Hamilton.

  3. Libro: Diccionario de mitología griega y romana de Pierre Grimal.

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