¿Cuándo se puso de moda estar bronceado?
Descubre cuándo y por qué el bronceado pasó de símbolo de pobreza a estatus social: una historia cultural fascinante sobre moda, salud e industrias solares.
DATOS CURIOSOS
6/24/20254 min read


Tomar el sol: el extraño giro de una moda social
Durante siglos, el ideal de belleza —al menos en Europa— era tener la piel lo más blanca posible. En tiempos en los que la estratificación social era visible incluso en la epidermis, la palidez era símbolo de estatus: quien tenía la piel clara no trabajaba en el campo. Los campesinos, marineros y obreros, todos ellos expuestos al sol, desarrollaban un bronceado involuntario que la aristocracia despreciaba. Las damas llevaban sombrillas, sombreros de ala ancha, guantes largos e incluso polvos blanqueadores con plomo (sí, plomo). Estar moreno no era moderno, ni sano, ni elegante. Era vulgar. Y punto.
Entonces, ¿qué pasó? ¿Cuándo dejamos de ocultarnos del sol para perseguirlo como si fuera un lujo? La respuesta está en una serie de pequeños giros históricos, sociales, médicos y culturales que cambiaron para siempre nuestra relación con el sol… y con nosotros mismos.
Del sol medicinal al sol vacacional
A finales del siglo XIX, la ciencia comenzó a cuestionar la obsesión por la piel inmaculada. La “helioterapia” —tratamientos con luz solar— se popularizó para curar enfermedades como la tuberculosis, el raquitismo o ciertas afecciones de la piel. Niels Finsen, médico danés, ganó el Premio Nobel en 1903 por sus investigaciones sobre los efectos beneficiosos de la luz solar. De repente, el sol empezaba a tener una reputación más saludable.
Esto coincidió con el nacimiento del turismo de playa en Europa. La alta sociedad británica y francesa comenzó a veranear en lugares como Brighton, Biarritz o la Riviera. Aunque al principio el objetivo era respirar aire marino más que tomar el sol, con el tiempo los paseos por la costa y los baños en el mar empezaron a dejar su marca dorada sobre la piel de los veraneantes.
Coco Chanel: el bronceado como chic
El verdadero punto de inflexión llegó en 1923. Coco Chanel, la diseñadora francesa que ya había revolucionado la moda con pantalones y cortes sencillos, volvió de unas vacaciones en la Costa Azul con un bronceado accidental. Lejos de esconderlo, lo convirtió en declaración de estilo. "Una piel bronceada es el signo de una vida lujosa", dijo, como quien lanza una bomba en una sala de té.
La prensa de moda se hizo eco. El moreno dejó de asociarse a la pobreza para convertirse en símbolo de estatus. Porque si podías estar moreno, significaba que tenías tiempo y dinero para irte de vacaciones al sol. A partir de ahí, el bronceado se convirtió en tendencia, y la industria no tardó en aprovecharlo.
Aceites, bikinis y Coppertone
En 1927, Jean Patou lanzó el primer aceite bronceador de lujo: Huile de Chaldée. En 1935, L’Oréal sacó al mercado Ambre Solaire, otro producto diseñado no para proteger, sino para potenciar el dorado. En vez de evitar los rayos, se buscaba intensificarlos. En los años 40, con la invención del bikini (1946), la superficie de piel expuesta aumentó… y con ella, la fiebre por el bronceado.
Durante los años 50 y 60, las playas se llenaron de cuerpos relucientes de baby oil, con reflectores metálicos para atrapar cada rayo como si fueran lingotes solares. En 1953, Coppertone se convirtió en la marca fetiche del verano gracias a su icónico anuncio de una niña cuya ropa de baño era bajada por un perrito para mostrar su piel bronceada. Era el símbolo perfecto de una nueva era donde el sol era amigo, no enemigo.
De la playa al tubo fluorescente
El siguiente paso lógico fue querer estar moreno todo el año. En 1959 apareció el primer autobronceador, llamado “Tan-Man”, y en los años 70 se popularizaron los solariums, cabinas con luz ultravioleta que prometían un moreno exprés sin necesidad de vacaciones. Los centros de bronceado florecieron en centros comerciales, y con ellos, los primeros debates sobre los riesgos del exceso de sol.
Durante los años 80 y 90, la moda del bronceado alcanzó su punto álgido. Celebridades como George Hamilton o las protagonistas de “Los vigilantes de la playa” reforzaron la imagen del moreno perfecto como ideal de belleza, especialmente en Estados Unidos y Europa. El bronceado dejó de ser solo un accesorio estival: se convirtió en estilo de vida.
Sol, piel y contradicciones
Hoy, la percepción del bronceado es ambigua. Por un lado, sigue siendo sinónimo de salud, atractivo y poder adquisitivo. Por otro, sabemos que la exposición excesiva al sol es la principal causa del cáncer de piel, en especial del melanoma. Las campañas de concienciación han aumentado, los protectores solares con factor SPF alto se han vuelto omnipresentes, y se habla abiertamente de la "tanorexia", la adicción psicológica a estar moreno.
Mientras tanto, la industria del sol ha evolucionado: cremas que broncean y protegen, autobronceadores que no manchan, sprays que duran semanas. Es un mercado de miles de millones de euros, con consumidores que buscan equilibrio entre estética y salud.
Una cuestión cultural
Curiosamente, no en todo el mundo estar moreno es deseado. En muchas culturas asiáticas, especialmente en China, Japón o Corea del Sur, la piel clara sigue siendo el canon de belleza más valorado. Allí, los protectores solares incluyen agentes blanqueadores y las sombrillas blancas son habituales incluso en la playa. El moreno, en esos contextos, sigue vinculado al trabajo duro y a la falta de sofisticación.
Así, mientras en Occidente se glorifica el tono dorado, en Oriente se venera la porcelana.
El sol como símbolo
La historia del bronceado es, en realidad, una historia sobre cómo cambia lo que entendemos por belleza, estatus y salud. Durante siglos, evitar el sol era una forma de mostrar poder. Luego, exponerse al sol se convirtió en señal de libertad, ocio y dinero. Ahora, buscamos un equilibrio entre ambos extremos: estar morenos, sí, pero sin quemarnos... literalmente ni culturalmente.
Para aquellos interesados en profundizar en este tema, pueden consultar nuestro chat de Inteligencia Artificial entrenado, además de algunas otras recomendaciones de lectura y recursos adicionales:
Libro: Living Color: The Biological and Social Meaning of Skin Color de Nina G. Jablonski – Un análisis profundo del color de la piel en la historia y la cultura.
Libro: Hope in a Jar de Kathy Peiss – Historia de la cosmética en EE.UU. y su vínculo con la identidad femenina.
Documental: Sunburnt in the Sun (BBC) – Análisis crítico del culto al bronceado en el siglo XXI.
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